Limosna

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En relación a la limosna soy cíclico. A veces doy, me parece que en algo ayudo; otras veces no, pienso que es una trampa.

De niño había visto que mi papá no daba limosna, mi mamá sí. Por el gesto de mi papá entendí que era una cuestión de principios, pero no le pregunté nada. Los mendigos me parecían parte del paisaje, junto a las iglesias, cerca al mercado.

Al primero que escuché despotricar contra la limosna fue a José Antonio Del Busto, mi profesor de Historia del Perú, en Letras, Católica. Años después quienes se tiraban contra la limosna eran amigos generacionales, compañeros de izquierda que sin saberlo coincidían con Del Busto, aunque ellos aprovechaban para tirarse contra el capitalismo.

De pronto, una voz en otro sentido, Constantino Carvallo, en el colegio Los Reyes Rojos, habló en contra pero hizo la salvedad que había casos en que la ayuda era efectiva para el viejito indigente o muerto de hambre de turno. Años después, Carlín, el gran caricaturista, me sacó de dudas: «¡Nunca, hermano!» Acababa de ver un reportaje en la televisión sobre las trampas de algunos mendigos estratégicamente ubicados en las calles de la ciudad y que ganaban más que uno.  Mendigar era de lejos un «trabajo» más rentable que hacer historietas.

El cuento de la mendicidad es tan antiguo como el oficio más antiguo. Aún con esa prosapia, no me conmueve como para colaborar a mantenerlo.

18 comentarios

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18 Respuestas a “Limosna

  1. Dicen que la limosna es una forma de lavarse la conciencia.Hay personas que en efecto,han constituido toda una profesión del acto de pedir limosna.Yo he visto a una señora de color que se ubica en diferentes distritos (osea que es descentralizada) con una bebita a cuestas y lloriqueando ayuda para su supuesta hijita enferma.Y te dice que si tú la ayudas Dios te va a bendecir.(me perece que Dios debería bendecirla directamente y no apoyarse en burocráticos transeuntes).Hay casos y casos. Hay personas que si necesitan en verdad de una ayuda, en especial los que tienen problemas físicos,enfermedades o secuelas de accidentes.Pero hay que saberlos distinguir…Parece que este cuy ya ha perdido la vergüenza.

  2. jk

    Muchos de los mendigos que suben a los micros ya me los conozco, especialmente los que suben en la Avenida Abancay. Están desde los que muestran heridas, cortes, amputaciones, recetas médicas y los que suben niños también. Pero el máximo de los animales (no lo digo como insulto sino como clasificación) es del tipo que sube con niños semi dormidos que al ver que nadie les da ni un céntimo, pellizcan a los niños y este empieza a llorar. Entonces, como diria Rafo León , «¿qué propone navegante?»

  3. Akane

    en principio soy reacia a la lismona… ya me la han hecho demasiadas veces!

    en ciertos casos me ablando un poco y ofrezco comida al q me dice q tiene hambre… sospechosamente no suelen aceptar u.u

    aqui me dan miedo las gitanas rumanas q piden limosna… no sabes q maldicion te pueden echar encima si no les das! xD

  4. Nicolas

    Para muchas madres y padres, esto es un trabajo. Los padres rotan de esquina en esquina monitoreando que sus hijos cumplan con su jornada. Que labor para ardua la suya, sobre todo con este calor.

    Ahora, tampoco se puede generalizar. A algunos otros en verdad no les queda mas alternativa. Lo complicado es, como bien dice José, distinguirlos.

    Yo no doy limosna. Si le compro a los niños que venden caramelos, pero solo cuando quiero uno. Mal que bien, aunque sería ideal que no tengan que hacerlo, al menos algo de esa plata les llegará al estómago, o evitará que les caiga un regaño. Al menos quiero creer eso.

    Sin embargo, si me generan cuestionamientos aquellos que les dan el dinero, pero no les aceptan el producto. O los que aceptan un caramelo en vez de dos. Creo que si a fin de cuentas, va a ser un trabajo, no es bueno que les regalen la plata, pues finalmente se convierte en en limosna aquello que pudo tal vez no serlo.

  5. ¡Están bacanes los comentarios!
    José, ese cuy no tiene nombre aún, pero no ha perdido la vergüenza. Se ha atrevido a probar nomás, y ya ves que ha rebotado a la primera. Espera un poco más para ver su desarrollo.
    JK, sí, esos mendigos que usan niños, suyos o alquilados, son de lo peorcito. Hay otros que atacan por teléfono, cuentan un drama con tanta eficacia que es difícil colgar la llamada, podrían ser guionistas de «24», con Jack Bauer. Supongo que alguien los entrena, tienen escuela, pero es difícil averiguar eso.
    Akane, las gitanas de por sí son muy hábiles para atrapar gente. Manejan el rollo de la conciencia mágica, te regalan una florcita y si la coges, estás hecha, ellas no la sueltan del todo y entonces la florcita es el vínculo mientras te van diciendo maravillas sobre ti y tu futuro. Luego te piden una monedita, para seguir, y otra y otra más, mientras el rollo es cada vez más tentador y si quieres cortarla te dicen que, cuidado, no sea que tuerzas tu suerte, ¿te imaginas?, por conservar tu billete puedes echar a perder un promisorio destino. Todo esto lo vi en persona, cuando hicieron caer a una compatriota que iba conmigo y, desesperada porque se le había acabado la plata, me rogaba que yo le diera a la gitana. Te aseguro que un par de carajos bien dados, y la amenaza de llamar a la policía, acaban con cualquier maleficio.
    De acuerdo, Nico. Tú compras si es que necesitas, y no regalas, está muy bien. Lo tengo claro en relación a los mendigos, nada de fomentar esa actividad. En relación a los regalos a otras personas (éste ya es otro tema) es muy rico. Recibir un regalo que nos guste, y mejor si es por las puras, es una maravilla total.

  6. Buen día Don Juan

    Hay de todo en la viña del señor…verdad muy usada, pero verdad al fin.

    Ciertamente, hay los mendigos profesionales, a ellos no es dificil distinguirlos…los que se sentaban en las escaleras de los puentes paradero de la vía expresa por ejemplo. También los que se recursean como ambulantes de bus…ellos son los verdaderos marketeros, que hacen el trabajo de los jefes de producto de muchas empresas…esos vendedores, llevan el bien a las manos del consumidor.

    Ayer un señor de edad y muy entero me dijo: Me equivoqué de microbus, me quedé sin pasaje…me falta cincuenta. Yo me he hallado en situación similar en mas de una vez y resignado a caminar unas treinta cuadras.

    Yo le di los cincuenta y me dije a mi mismo: Ojalá sea verdad.

    Y es que recuerdo un pasaje de San Francisco. El andaba con un discípulo y les salió al encuentro un mendigo…de esos que olían muy feo. El mendigo pidió caridad…el discípulo le dijo: No vaya a ser que seas un farsante y tengas mas medios que nosostros…Francisco le reconvino, le dijo que estaba procediendo mal…paro allí don Juan, es que entro a un tema de Fe y eso en más de una ocasión se hace problemático.

    Dios guarde a Usted Don Juan.

    PS: El sábado pasado, me fui en bus hasta Villa El Salavador…llevé para el viaje mi ejemplar de El Cuy…así que estuve disfrutando de una buena compañía.

    Saludos
    Carlos el baterillero

  7. jk

    Gitanas rumanas? recuerdo una mancha de tías frente al museo de arte, pero eso era un aquelarre pirañoso más bien.

    Lo del teléfono si me parece más de temer. Si te saben el número pueden terminar «sacando» información de la casa al primer despistado que conteste. Identificador de llamadas, bloqueador, obligatorio (una vez con el número, pagina web de telefónica y ahí sale la dirección, propietario, etc).
    Eso sí, yo al teléfono soy peor que cobrador de combi. Peor aún,si son los mismos de Telefónica, Ripley, Saga o los que te dicen que te sacaste una beca. Esos ya son otro tipo de delincuentes.

  8. Viviana

    Yo se que no debo dar limosna, pero hay algunas veces que ya no puedo controlar el tema si debo o no y simplemente la doy. En diferentes paises dar limosna es cobijar a gente inescrupulosa que hace uso hasta de ninos, que es lo mas triste. Sera que algun dia habran calles sin ninos pidiendo unas monedas? ultimamente esto se a puesto hasta peligroso por el tema de pedofilia. Saludos Juan.

  9. Antes al sencillo que llevaba en el carro lo llamaba impuesto a la pobreza. Hoy los mendigos industriales me han endurecido el corazón y lo llamo pagos por servicios de entretenimiento. Se va para los acróbatas y malabaristas callejeros. Esa gente sí chambea con entusiasmo y conocimiento. Según la calidad del espectáculo (y lo que buenamente tenga) resulta la tarifa.

  10. Es Constantino Carvallo, y coincido con su opinión, ahora si uno quiere considerarlos parte del paisaje a las viejecitas y niñitos flaquitos, depende pues de nuestro humor o nuestro monedero para dar o no dar, el problema es que en mi barrio, a los borrachitos q te piden de propina un sol, hay q darles nomás, darles, porque si no sacan su cuchillo y por no querer «colaborar» lo cosen a uno. Entonces es un sol y la simpatía del choro o tu vida. Suena razonable, ¿no?

  11. sandovAL ALvarado

    Pedir limosna es un trabajo más, hay que tener ingenio para pedir, dar algo a cambio: una golosina, un canto, una música, pero en esos casos tiene que hacer uso de la originalidad, los gomitas ya aburren, la cancion tiene que ser hecha con orgullo y con melodia, tocar el instrumento tambien tiene que ser algo obtenido mediante el sudor del esfuerzo, no solamente cantar «soy un muchacho provinciano» o raspar una lata de leche… me gustan cuando suben grupos con quenas, cajones, guitarras, y siempre colaboro con lo que puedo, o cuando una mujer canta con sentimiento vale tambien…

  12. jk

    También existe el «impuesto a la seguridad» es decir, el choro «plantado» que te dice que si no vende sus caramelos volverá a robar. Y la verdad es que gran número de esos mismos vendedores de caramelos también son carteristas (a ver paseense por la avenida México, Abancay o por el Megaplaza)
    Muchas veces las maneras de «ingeniarse» el día , son opacadas por ese lastre de los que aprovechan la situación, «la del vivo» como le dicen.

    Como no todo es malo, existe un dúo de señoras que trabajan en la ruta de plaza Abancay /Plaza Manco Capac (es donde suelen subir). La verdad las señoras la rompen, (desde valses hasta su balada de la Oreja de Van Gogh) ahí si uno «colabora» con gusto. Lo «houston» pues.

  13. Interesante tema el de la mendicidad. Trabaje el año pasado en una ONG de DDHH donde veíamos este tema y es un drama en realidad. Incluso {éya hay patrones para poder distinguir un caso de trata de menores por medicidad: varios niños en una sola esquina, una mujer sentada con niños pequeños, un hombre con periodico y gorra en una esquina todo el día, etc…

    Yo no puedo evitar dar propina sobre todo a los niños que me conquistan con su mirada o en serio se esfuerzan por que les des algo. Me gustó y aprendí de Nico a jugar con ellos usando las matemáticas: si me das uno cuanto cuesta??, y se me das dos?.. y medio???.. y de recompensa por su conocimiento le compras el producto… es genial …

    Inevitablemente todos los amarillitos de la billetera ya tienen destinatarios …

    Cariños ofrecidos sin limosna

    Xime

  14. Silvia

    Como siempre un dia despues, pero que buen tema, esta en el dia a dia de todos nosotros, en nuestro trayecto. Suelo dar una propinita, por llamarla de otro modo, a los chicos que hacen acrobacias, piruetas, tocan alguna melodia, se preparan para eso y no les queda la sensacion de limosna. Tambien me parece bien en el caso de discapacitados, que ya son conocidos por la zona y que no te estan sorprendiendo, es su trabajo, no tienen demasiadas alternativas, sabemos bien como es la cosa en el mundo laboral. Estan ahi, como dice Juan, quiza han estado siempre desde los albores de la humanidad, y cada uno decide si los apoya con un granito de arena.

    Lo que me parece inviable es la mendicidad cuando intervienen niños, generalmente son usados, ellos no van con conocimiento de causa, y si son bebitos y los tienen horas en una misma posicion y sin posibilidad de moverse, me parece muy mal. Peor aun cuando nos enteramos que el bebe ha sido «alquilado» para compartir el fruto de ese dia; o un grupo de niños que salta entre el trafico de auto en auto y luego debe entregar parte de lo recaudado a alquien que los explota. Eso tampoco. Saludos a todos.

  15. Lucy

    Hola a todos. Ya hace varios meses sigo el Diario del Cuy, estaba buscando info en internet y me topé con a esta página. Desde ese momento me he mantenido al pendiente de cada publicación.

    Bueno acerca de este tema, hace mucho tiempo, el dar una limosna permitía sentirnos bien ya que ayudábamos a alguien necesitado. Ahora muchos de nosotros ya no lo hacemos porque dejamos de creer gracias a estas personas inescrupulosas que se aprovechan de esa sensibilidad que nos pueden inspirar.

    Además me parece que se promueve que estas personas se acostumbren al facilismo, ya que simplemente pidiendo una limosna pueden conseguir algo para comer, cuando en realidad deberían empezar por cambiar y hacer algo por uno mismo.

  16. Qué bien me siento leyéndolos y leyéndolas.

  17. gerardo cailloma

    Hola Juan, la limosna. He sido testigo de varios casos en los que la limosna es toda una producción industrial y, en otros, fomentar el vicio particular del beneficiado. Paso a detallar: alguna vez el diario de nuestra ciudad hizo un reportaje sobre la mendicidad, la falsa y verdadera; la falsa está muy bien organizada, recluta niños y mujeres que con su sola pinta te quiebran el alma; se ubican estratégicamente: puertas de iglesia (qué mejor lugar para el remordimiento), esquinas de alto tránsito, plazas frecuentadas. En dicho reportaje, ubicaron a una mujer que ganaba más que cualquiera de nosotros al día, pero «ingresar» a ese mundo es pagar «derecho de admisión» (casi como en la prostitución y tu lugar en la calle). Una pena que dicho artículo no calara más en los ciudadanos y aún se ven las mismas personas con su misma «chamba».
    El otro caso fue de un señor el cual le encantaba «empinar el codo»; la recolección diaria terminaba en una cantina con sófera bomba que hacía que nuestro parroquiana salga de circulación por un par de días; luego, a la carga.
    Hemos tenido «mendigos institucionales», como la famosa Negra Carlota, habitante de unas ruinas de casa en pleno centro de la ciudad (Plaza de Armas, por años). Ella, con palo en mano, se cuadraba en la esquina de la plaza y al momento del semáforo en rojo, salía a hacer la faena (mejor el faenón, al buen contexto de nuestra ciudad); si no tenías plata, tu parabrisas era destrozado. Y la tal susodicha sufría de transtornos. Tu parabrisa o unos reales. La negra Carlota ya nos dejó. Pero hay más rondando.

  18. Los que mendigan para emborracharse son un sector especial entre los mendigos. No colaboro con ellos, pero me inspiran cierta pena o solidaridad. Hinchados, con sus ojos rojos y acuosos, parece que estuviesen en otra dimensión. La mayoría que he visto son corteses y es fácil, igualmente con cortesía, sacárselos de encima. La Negra Carlota, que cuentas, Gerardo, es otra nota, una demente de cuidado. Eso de que rompía parabrisas da risa (mientras el carro no fuese de uno).

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