Topless

Sabía que el topless es una moda o usanza de la ropa de baño femenina, que deja los senos a la vista, sin nada que los cubra. La novedad, para mí, es que en siete ciudades de EEUU se ha implantado el Día del Topless, en que muchas féminas salen con el pecho al aire, para reclamar esto como un derecho, pues las leyes no lo consienten, en cambio al hombre sí.

Yo tendría unos 16 años cuando leí la noticia del topless que se daba en algunas playas europeas, y me alegró mucho, pero temí que en nuestro medio difícilmente tendría lugar. Hasta ahora me parece que esto sigue así, pero, como ocurrió con el uso de los cinturones de seguridad en los automóviles, no hay que perder la esperanza de que la civilización siente sus reales también en nuestras playas y aún en nuestras calles. La diferencia, claro, es que los cinturones de seguridad se impusieron por la fuerza, con multas y acciones por el estilo a los infractores, en tanto que el topless será algo voluntario, conforme al mayor o menor roche que ocasionen en la usuaria o en los mirones, así como a su probable sentido de la rebeldía, o simple comodidad y economía.

Dirán que sueño, deliro o estoy loco. Lo mismo le dijeron a Galileo, a Darwin, a Luther King, y ahí tienen ustedes. Es verdad que en el Perú fuimos crueles con nuestro paisano Santiago de Cárdenas, conocido como Santiago el Pajarero, precursor de la aviación mundial, y que en nuestros días apenas comenzamos a prestar oídos al gran caricaturista Carlos Tovar, Carlín, y su lucha por la jornada de las 4 horas. Claro, él sabe sustentar su propuesta, y yo apenas apelo al sentido común: ¿Por qué no el topless en playas y otros lugares públicos? Algunos pueblos amazónicos ya nos dieron el ejemplo desde hace milenios.