A ver si ahora

Cómo será morirse de un momento al otro. Digo, sin agonía previa, o por lo menos sin que se enteren los demás. Este es apenas uno de los pensamientos que a veces se me cruzan por la cabeza, qué quedará de mí, o, mejor, de lo que hice, de mi paso por la vida. Pienso, claro, en todo lo que pude hacer, y no hice, qué menso, y que en verdad debí atreverme a hacerlo. Cómo es que el roche o vergüenza o sentido del absurdo pudieron más que esas ganas, por ejemplo mandarme con tal y cual tía (de los 20 para arriba), o hacer una maleta sencilla y viajar a otros países, lejanos y muy distintos, sin planificar gran cosa, para ver qué pasa (no me hablen de que hay cosas más importantes, por estas no hice aquellas).

Así como están las cosas, puedo (tú también) morir porque me vieron sacando dólares de un cajero automático, o porque un microbús se subió a la vereda, o por cualquier otra razón inesperada. Morir sin despedirse de nadie.

Estas ideas vienen a mi mente a propósito de estar pensando en dejar el blog. Dejarlo yo, pues el blog continuaría. Es una idea que me anda rondando hace tiempo y la he comentado aquí. No me han ligado los intentos anteriores. Quise que un asistente se ocupase de la parte técnica, pero no me he aguantado y he seguido haciéndolo yo. Asimismo, Necia, Orlando, Carlos el baterillero, Artopal y Ximena, los amigos y amigas que escriben el texto central de lunes a viernes, han padecido a veces mis intervenciones sacando una coma que tal vez no debí haber sacado, o poniendo otra, etc., porque me las daba de editor, como si tal fuera mi cargo. Encima, a menudo no les podía escribir a tiempo la clave porque no tenía lista mi tira, etc., etc. El caso es que creo que esto puede andar sin que yo me meta, entonces puede ser que haya algunos gazapos, pero, no pasa nada, así es Internet, y por otra parte los hay que escriben sin que les toque una grafía.

Mi desafío es cómo lo hago.Voy a probar a sumar el correo de Jorge Ilahuala, el asistente, cuando envíe la tira al periódico, para que él la reduzca y suba al blog. Aparte le entregaré una lista de las claves de las tiras, para que él las envíe a cada redactor, y luego ellos enviarán su texto a Jorge para que acompañe a la tira. Todo continuará igual, salvo que yo no estaré en la parte técnica. Otra determinación es que entraré al blog solamente una vez al mes, para contestar los comentarios o consultas vinculadas a mis historietas. ¿Lo lograré? No sé. Iba a poner una vez cada 15 días, pero me tienta ser un poco más exigente conmigo mismo.

No es igual a morirse, ya sé, soy un exagerado. Quizás mejor figura es decir que me portaré como si me hubiese ido de viaje no sé a dónde en que no haya Internet. ¿Podré hacerlo? No sé, voy a probar. También podría haberlo hecho sin decir nada. Mi papá una vez me dijo que «el que se despide, es porque no quiere irse». Se refería a una fiesta, pues entonces no te dejan salir. No faltan las patas que te dicen para bailar una más, o los patas que te dicen salud contigo, hermano. Con el cuento de que no los puedes desairar, te vas quedando. Pero, aunque esto se parece a una fiesta, es un blog. Nos vacilamos expresándonos, contestándonos, apoyándonos, pero no es exactamente una fiesta. O, si se parece, deseo que la lleven bien. Les dejo la casa, gócenla, cuídenla.

El Diario del Cuy se inició el 21 de septiembre de 2008. Este martes cumple dos años. Ha tenido varias etapas, ya saben. Una nueva etapa está tocando a sus puertas (y a las mías). Ya está aquí. Entonces, no la hago más larga, ya sale mi carro, será hasta dentro un mes… Escriban, hay una posta de correos en el pueblo, si puedo les envío fruta…